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Los médicos también se mueren.

2013-08-21

Cardioproteccion avionEl médico reanimador que no alcanzó a ser reanimado. Sufrió un infarto en un avión, pero no recibió la atención de urgencia que él dio por años.

El 24 de julio, el médico Rafael Hernández Bonfante, de 55 años y padre de cuatro hijos, abordó un avión que lo llevaría a Cartagena, se sentó en la silla asignada, sacó su celular para hacer una llamada, pero se desmayó de repente. “Nadie supo qué hacer, ni siquiera yo”, asegura un conocido que viajaba en el mismo avión de Hernández, quien, paradójicamente, ejercía como presidente de la seccional Bolívar de la Sociedad Colombiana de Anestesiología y Reanimación (Scare).

“El auxiliar de vuelo empezó a buscar un médico entre los pasajeros y alguien se acercó. Tras unos minutos de confusión, bajaron a Rafael del avión. En tierra lo esperaba una ambulancia, que se lo llevó”, recuerda.

Poco después, el médico llegó sin vida a la Clínica Colombia, en el occidente de Bogotá. Había sufrido un infarto cardiaco. Después de revisar la historia clínica, a los anestesiólogos les llamó la atención que, aunque tenía signos de reanimación, estos se hicieron a destiempo.

José Ricardo Navarro, directivo de Scare y amigo de Hernández, insiste en que desde el primer momento debió haber sido reanimado en el sitio y debió usarse el desfibrilador (equipo que reordena la actividad cardiaca con descargas eléctricas). “Se perdieron minutos claves”, se lamenta.

Estudios al respecto, soportados por organizaciones como la Sociedad Americana del Corazón, señalan que la reanimación cardiaca (incluida la desfibrilación) aplicada dentro de los tres primeros minutos, permite que el 90 por ciento de los afectados sobreviva. Cada minuto de retraso reduce entre el 7 y el 10 por ciento las probabilidades de vida. Después de 10 minutos, la posibilidad de supervivencia es casi de cero.

Hernández dedicó toda su vida a estudiar y difundir los principios fundamentales de la reanimación cardiaca. “Insistía en que cada segundo cuenta y en que el inicio de la atención debe darse en el sitio de la urgencia, sin dudas ni demoras –señala Navarro–. También advertía que los sitios con alta afluencia de público deben contar con planes de acción específicos, equipo básico y personal entrenado.”

Colombia cuenta con normativa al respecto. Desde enero del 2011 está vigente la resolución 241 de la Aeronáutica Civil, según la cual “todos los miembros de la tripulación deben estar adiestrados y ser capaces de utilizar el equipo de emergencia y salvamento (…), lo que incluye neceseres de precaución universal (botiquines) y desfibriladores externos automáticos (DEA)”. La norma recomienda, asimismo, que en cada avión haya un DEA.

¿Qué falló, entonces? Tras exhaustivas averiguaciones, Diego Peláez, vocero de Scare, llegó a una conclusión: las normas referentes a capacitación y dotación de equipos se cumplen tanto en el aeropuerto como en Avianca –la aerolínea con la que viajó Hernández–. Sin embargo, ese día hubo fallas en el manejo de la crisis. “En lugar de que la tripulación iniciara la reanimación inmediata, buscaron un médico entre los pasajeros. Y, tras perder minutos valiosos, lo bajaron del avión. Faltaron decisión y cabeza fría”, dice.

Voceros de Avianca aseguraron que, de acuerdo con sus reportes, en este caso sí se siguió el protocolo. Sostienen que se activó un código azul, mediante el cual el auxiliar de vuelo puso en conocimiento del evento al capitán, y este activó el plan de emergencia a través de la torre de control. Mientras tanto, un auxiliar solicitó dentro del avión la presencia de un médico, que, finalmente, se hizo cargo de la situación, hasta que la ambulancia se llevó al paciente.

Más allá de las explicaciones, María Claudia Orjuela, esposa del fallecido, lamenta que “un hombre que dedicó su vida a salvar vidas haya fallecido porque no se siguieron las indicaciones que él pregonó siempre”.

Para Javier Osorio, coordinador del comité de reanimación de Scare, la muerte de Hernández debería servir para revisar a fondo los procesos de reanimación básica. “De nada sirve contar con protocolos avanzados si no se sabe cómo actuar de inmediato”, concluye.

Tomado de: http://bit.ly/181VvWG

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