El impulso humano por traer a la realidad lo impensable logra que como raza estemos dispuestos a un continuo cambio, a evolucionar y a desarrollar mejores herramientas para facilitarnos la interacción con nuestro entorno. Las fantasías se transforman en la mejor fuente de inspiración para desafiar los límites de la capacidad humana y la ciencia ficción se constituye en ese desencadenante que nos lleva a pensar ¿Por qué no hacerlo?
Es en este punto en el que el deseo de convertir en realidad nuestras fantasías se transforma en ciencia e innovación. Desde épocas remotas la telequinesia se ha constituido como una obsesión en nuestro subconsciente, la necesidad de mover objetos con el poder de nuestros pensamientos se antoja, por no decir otra palabra, en ese sueño que cada niño cultiva en el colegio; pues bien, resulta que esta fantasía o pensamiento imaginario se convirtió en las últimas tres décadas en la esperanza de millones de personas que se encuentran en situación de discapacidad alrededor del mundo, pues una innovadora alternativa les permite recuperar la autonomía perdida por infortunados incidentes o tal vez aquella autonomía, de la que nunca dispusieron por condiciones naturales. Una persona en situación de discapacidad es completamente normal y por eso tiene el derecho de tener una vida como la de todas las personas normales, los objetos controlados por Interfaces Cerebro Computador (ICC) les permite desde ahora alcanzar dicha autonomía.
Ahora en detalle, ¿Qué es el ICC y cómo funciona? Imagínense al cuerpo humano como una central eléctrica que administra y envía corrientes eléctricas a diferentes locaciones en un rango controlado. La computadora principal de la central (nuestro sistema nervioso central) y los puntos de administración de corriente (nuestro sistema nervioso periférico) dosifican y retroalimentan los impulsos eléctricos generados (sinapsis) por nuestra central de energía. Dichos impulsos reciben el nombre de “bioseñales”, éstas poseen características físicas específicas como frecuencia y amplitud, propias de las ondas (la electricidad tiene comportamiento ondulatorio y genera campos), magnitudes que permiten cuantificar y tabular datos que al final se convierten en patrones; las señales se pueden adquirir, amplificar e interpretar mediante sensores de funciones biológicas conocidos como “biosensores”, permitiendo convertirlas en datos analógicos, que son digitalizados mediante el procesamiento por software por computadora.
El ICC es precisamente un arreglo de sensores que captan las ondas de nuestro sistema nervioso central, transmitiéndolas de manera amplificada hasta un software que las interpreta y digitaliza para su uso en aplicaciones médicas, una electroencefalografía que permite generar impulsos en cualquier tipo de función corporal.
Es importante digitalizar nuestras señales, no sólo cerebrales, con el fin de obtener patrones sobre cómo se comporta nuestro cuerpo; esto permitirá que más personas se rehabiliten o se puedan incluir en la sociedad, y posibilitará conocer mejor la naturaleza de algunas de las enfermedades que proponen más retos como lo son las neurodegenerativas. El mapa fisiológico permitirá al mundo médico desarrollar innovaciones como el ICC, que demuestren que la ciencia ficción hoy en día muta en algo más esperanzador como la real.
A veces tenemos más para dar de lo que realmente creemos. Como profesionales de la salud nunca debemos olvidarlo.
Fuente: elhospital.com